Hcho 8:4 RVR1960
EVANGELIZAR:
(Del lat. Cristiano evangelizare).
1.-tr. Predicar la fe de Jesucristo o las virtudes cristianas
EVANGELIZACIÓN:
La Iglesia es misionera por naturaleza; es decir, ha sido enviada a anunciar la buena noticia de la resurrección de Jesucristo a todo el mundo. Por este motivo, va desde el comienzo de su ministerio público, Jesús de Nazaret formó un grupo de discípulos para enviarlos a predicar el Reino de Dios y hacerles participar de sus signos (Mt 10,1-15). Después de su resurrección, Jesús confió a la Iglesia entera la tarea de anunciar su evangelio y de bautizar en el nombre de la Trinidad hasta su retomo glorioso al final de los tiempos (Mt 28,16-20). Esta misión constituye a la Iglesia y la fidelidad a la misma señala al mismo tiempo la fidelidad que debe a su Señor.
En este ministerio anunciamos el Evangelio que es la buena noticia de Salvación, basada en un hecho histórico real, y registrado éste en las Sagradas Escrituras.
Este ministerio Sana y Libera a los creyentes. Pastorea con la palabra a los pecadores y no creyentes y saca de la cautividad del pecado a muchas personas.
La Evangelización es una encomienda de gran privilegio para todo cristiano. Es el medio para extender el reino de Dios, que la palabra se proclame y Dios sea Glorificado.
Es un acto de gratitud, entrega y adoración a Dios. No es una imposición de nuestro Señor, es el resultado de una actitud agradecida, pues hemos sido rescatados de la esclavitud del Pecado, reconociendo de forma Integra a Jesucristo como nuestro salvador.
La persona que organiza este ministerio en la Iglesia, predica las virtudes cristianas y la fe de Jesucristo, es una persona comprometida en su misión de difundir la Palabra de Dios y acercarla a tod@s las personas para la máxima gloria de Dios. Actualmente nuestro hermano Elías se encarga de organizar este ministerio en nuestra Iglesia.
Evangelización es la acción y el efecto de Evangelizar, como hizo nuestro señor Jesucristo.
MINISTERIO:
La palabra ministerio (del latín ministerium) es la traducción del griego diakonía, y sirve para indicar fundamentalmente la realidad del servicio eclesial. En el Nuevo Testamento se refiere con frecuencia a los apóstoles (Hch 1,25; 20,24; Col 1,7), y en particular al ministerio de la palabra (Hch 6,4), a su misión de servir a los hombres para los misterios de Dios ( 1 Cor 4,1)de cooperar a la acción de reconciliación. (2 cor 5, 18-6,1).
Pero ante todo Este MINISTERIO es de Cristo: él es el ministro siervo de todos (como dice san Policarpo, Ad Phil. 5,2). Él vino a servir (Mt 20,28; Mc 10,45). En la última cena se viste de siervo y lava los pies de sus discípulos (Jn 13,12-15). El sentido auténtico de su sacerdocio es el de ser una forma de servicio a los últimos (Heb 5,1); y es ésta la forma más eficaz y necesaria, porque, al asumir la naturaleza humana y al hacerse en todo semejante a nosotros, Cristo dio la vida por nuestra salvación. El servicio que Jesús ofrece a los hombres es la confiada entrega de sí mismo al Padre, en un eterno acto de culto que resume toda su vida (Heb 5,7-9).
Cuerpo de Cristo y Esposa suya, la Iglesia participa de la ministerialidad de Cristo. Acoge en sí misma e imita a Cristo como siervo, en la entrega plena a su misión. Son varios los ministerios en la Iglesia de los orígenes, aunque se da cierta vacilación en la terminología: apóstoles (los Doce, Y también Pablo, Bernabé, Silas, Tito, Timoteo), presidentes, profetas, epíscopos, presbíteros, diáconos, pastores. Lo cierto es que ningún ministerio es llamado sacerdocio. Se trata en este caso de un título derivado del paralelismo con el ministerio y el culto del Antiguo Testamento. Todo el pueblo de Dios es sacerdotal Y - sólo más tarde los presbíteros fueron llamados sacerdotes. En las cartas a Timoteo y a Tito podemos descubrir interesantes matizaciones de pensamiento y de lenguaje sobre los ministerios. Para cuidar de las Iglesias que había fundado, Pablo tiene colaboradores prontos a intervenir donde se les necesite. Entre ellos está Timoteo, elegido por indicación de los profetas de la comunidad y confirmado en el oficio con la imposición de manos por parte de Pablo (2 Tim 1.6) y del presbiterio local (1 Tim4,14). Estos colaboradores recibían quizás el nombre de evangelistas (2 Tim 1,5) estaban encargados de la evangelización y la catequesis, de la liturgia, de la asistencia a los pobres y a las viudas. Además, tenían que constituir para la dirección de cada comunidad un colegio de presbíteros (1 Tim 5,17-22; Tit 1,5-9) y de diáconos (1 Tim 3,8-13), Entre los diáconos destaca va, como coordinador de los mismos, un " epíscopo» (1 Tim 3,1-7) (o quizás se trataba del grupo de los presbíteros), con la tarea de vigilar y de presidir a la comunidad.
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